ESCUELA
PÚBLICA Y LAICA
Tras
el ataque frontal del PP a todos los servicios públicos,
especialmente sanidad, educación y servicios sociales, han comenzado
a surgir en el ámbito de la enseñanza todo tipo de plataformas y
manifiestos en defensa de la Escuela Pública (EP, en adelante), en
los que se percibe una clamorosa e inexplicable ausencia: no se
reivindica la condición de laica que debe presidir las instituciones
educativas públicas.
Es
ilusorio, a la par que engañoso, pretender que es posible una EP,
bajo condiciones sociales y políticas formalmente democráticas, sin
un respeto escrupuloso a las condiciones de la laicidad. ¿Acaso los
firmantes de estos manifiestos y plataformas creen compatible la
Escuela Pública con la presencia de la religión en las aulas y con
el consiguiente adoctrinamiento religioso? ¿Acaso creen compatible
la EP con esta situación de prácticas confesionales, impuesta por
un acuerdo internacional (un Concordato, de hecho) que violenta
nuestras leyes civiles? ¿Acaso creen los firmantes aludidos que es
posible una EP que mantenga miles de catequistas financiados por el
erario público, nombrados por los obispos y forzando los programas y
horarios de todos los centros públicos?
No
nos engañemos: no se puede reivindicar la EP sin hacer
mención a la necesidad de que sea laica. Los que así lo hacen están
consintiendo la existencia, de hecho, de una escuela
cripto-confesional, como la que actualmente tenemos.
En
segundo lugar, las entidades que declaran defender la EP en esta
hora, deben tener meridianamente claro que en las actuales
circunstancias la enseñanza pública y la concertada (católica) son
vasos comunicantes. No es posible potenciar la primera
sin denunciar y debilitar la segunda. El poder político (primero
el PSOE, después el PP, alternativamente) ha apostado en los tres
últimos lustros por la escuela concertada como alternativa a la
pública, de manera que ha permitido la proliferación de los centros
privados a costa de los públicos. Y ya, últimamente desde los
gobiernos del PP (y con la excusa de la crisis) se ha frenado la
implantación de centros públicos, para “crear una demanda social”
que justifique el establecimiento de centros privados (católicos,
preferentemente). La actual propuesta del Gobierno del PP no haría
más que institucionalizar y legalizar dichas prácticas.
El
corolario de esta situación es que España tiene la enseñanza
privada (católica, especialmente) más subvencionada por el Estado
de toda la Unión Europea y, por el contrario, el gasto público por
alumno más bajo. No menciono los cinco mil millones de euros que se
desvían a la Iglesia católica por estos conceptos, por sobradamente
conocido. En todo caso, el mensaje obvio para todas estas plataformas
y manifiestos es claro: una apuesta por la Escuela Pública debe
apostar por la creación de centros públicos allí donde lo
requieran las necesidades generales de l@s ciudadan@s, lo que implica
oponerse frontalmente a la creación de centros concertados allí
donde no esté cubierta la demanda por plazas públicas.
Así
pues, la defensa de estos dos postulados (escuela pública laica y
centros públicos vs. concertada) obliga a todos los agentes sociales
(partidos, asociaciones, sindicatos) a ser consecuentes: es un
auténtico despropósito pretender la defensa de la Escuela Pública
sin erradicar “la asignatura” de religión de nuestro sistema
educativo, con todas las secuelas que ello conlleva (económicas, de
conciencia, de organización de la actividad escolar,...). Llamemos a
cada cosa por su nombre (enseñanza o adoctrinamiento) y pongamos
cada cosa en su sitio (la escuela o el templo).
Rivas
Vaciamadrid, 23 de enero de 2013
M.
Enrique Ruiz del Rosal (Asociación Laica de
Rivas Vaciamadrid)
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